Junto a las jóvenes estuvieron las fundadoras de la organización. “Querían que me quedara en casa- dice por lo bajo la veterana, Sergia Izquierdo Díaz, conocida por La Niña- pero no saben que la madera de la que a mi me hicieron es la misma que la del Comandante: puro caguairán”.
“No hacemos más que cumplir con la política económica de la Revolución- expresa Maribel Cruz Batista, educadora y directiva- que es producir alimentos para el pueblo. Lo que aquí se coseche, tendrá un buen destino”.
No muy lejos, Maité Méndez, especialista del Centro de Diagnóstico y Orientación CDO ríe con los ojos, y lanza pícara: “no dejes de escribir que nosotras las mujeres, somos buenas profesionales en lo que hacemos y también excelentes agricultoras”.
En otros lugares del territorio, las muchachas se fueron a las casas de escogida, a la siembra de viandas y a los huertos que en cientos se dispersan por la geografía del territorio. Fue una mañana para repetir y reafirmar la fortaleza de espíritu de las mujeres cubanas, igual de guerreras en cada palmo de esta isla. Antes del 8 de marzo, seguramente el surco o el huerto serán motivos para encontrarnos otra vez.
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