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Dael García Cruz es hombre de hechos y pocas palabras. El valle de Antúnez es testigo de sus éxitos en el cultivo de la col, el tomate y otras hortalizas. “Tengo una hectárea de col en muy buenas condiciones. Espero comercializarla pronto por el precio máximo”- refiere.

El estado potenció sus siembras de invierno, en una vega que inspira confianza por su limpieza y cultura agrícola. Fertilizantes, plaguicidas y combustible, todos recursos que llegaron a tiempo para aprovechar el clima y la frescura inicial de la tierra.

A Dael le preocupa el precio de sus producciones. A su juicio, en la próxima campaña los insumos costarán más que el producto en el que se especializa.

“Un quintal de col cuesta 200 pesos. Ahora el costo de los insumos estuvo a precios razonables, pero en la próxima campaña el combustible será a 16 pesos el litro y el abono a 400”.

Los intermediarios, agrega, no son buenos para el excedente de las cosechas que bien pudieran venderse por el mismo campesino. “No solo encarecen los precios- dice- también le causan pérdidas al campesino. A mí me gustaría vender el excedente yo mismo, al precio que diga el estado, pero yo”.

Entre sus planes figura un sistema de riego que beneficie su vega y la de otros productores. (…) un sistema de riego por paneles, o una turbina eléctrica que ahorre petróleo, tiempo y que ayude a aumentar la producción”.

Como buen mantuano, Dael siembra tabaco.

“No solo tengo una hectárea de col, una de frijoles y una de yuca, todas contratadas con el estado; también asisto mis 45 000 posturas de tabaco a las que pongo alma, corazón y vida, para que tenga calidad y se venda al máximo”.

Dael García Cruz es el típico campesino del valle de Antúnez, para quien no hay ciclo más auténtico que la pulcritud de su campo, el riego, la cosecha fertilizada y el producto final en manos del pueblo.

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